Pages

miércoles, 12 de mayo de 2010

El trabajo en ascenso con futuro

El racial profilling arizonense en carne propia

Hoy en la mañana, mi hijo y yo fuimos a uno de esos restaurantes de comida rápida. Éste, que tenía una camiseta negra con un dibujo posmoderno de una calavera de Posada, al estar sirviéndose un refresco en la sección de autoservicio, accidentalmente se tropezó, plantándole el diseño posterior de dicha camiseta en medio de los ojos de un señor ya entrado en años. Derramándole el té del vaso sobre aquel hombre, que ataviado con un sombrero viejo de estilo vaquero vociferó a mi hijo con acento tejano:

“Hey, look what you have done! Go back to Mexico where you belong!”

Mi hijo y yo nos quedamos viéndonos el uno al otro y empezamos a decirnos entre sí en italiano y en francés: “Questa e una situazione di discriminazione razziale, Ça, cest une situation du discrimination racial”.

Luego en un perfecto inglés le dijimos al ruquito, “We are multicultural, multilingual, and open-minded individuals who don’t discriminate no one.”

El viejito refunfuñado se fue a sentar a la mesa con su esposa y ya no dijo nada. Empezaron los dos callados a comer su hamburger with fries. Antes de irnos, el dueño anglosajón del restaurante nos pidió disculpas por la actitud del senior citizen y todo regresó a su curso rutinario.

El debate inmigratorio seguirá sin resolverse mientras haya personas que como caballos de hipódromo llevan unos parches en los ojos que solo les permiten ver en una dirección. Los muros y las divisiones deben derrumbarse para que algún día cualquier persona, sin importar de dónde viene y adónde va, pueda vivir en paz trabajando y viviendo su vida.

Este cuento podría haber acabado con un fin al estilo de Boogie el aceitoso, pero realmente no vale la pena complicarse la existencia, quizá después, si me complican la mía propia, me convertiré en un personaje achicanado de Fontanarrosa.